EL "ALCORCONAZO"

La gesta alcanzada por el Alcorcón en su feudo contra el soberbio R. Madrid puede compararse con la del pastorcillo David ante el gigante Goliat, más deslumbrante cuanto más diferenciada a la baja por parte del humilde Alcorcón. Se ha dicho y repetido que los grandes del fútbol no le dan importancia a la Copa y actúan en consecuencia, y los humildes se suelen aprovechar de esa circunstancia. Cuando es a partido único se alzan con la eliminatoria en un abrir y cerrar de ojos a poco que se descuide el “gigante” y en esta ocasión el Madrid saldrá con toda su artillería para vengar el ultraje gracias a que es a partido doble.
A medida que el partido iba tomando cuerpo y la lluvia de goles sobre el tejado blanco se materializaba, las caras del trío, Florentino-Valdano-Pellegrini iban adquiriendo tintes oscuros de desesperación. Nos imaginamos a la simpática población de Alcorcón de fiesta permanente hasta que, como es de esperar, los blancos hayan materializado su venganza, en que yo, perdóneseme la osadía, creo, porque no se queda uno tan fresco después de tamaña humillación, sobre todo si se dispone de medios para lavarla.
El descanso de titulares, principalmente en lo que se refiere a Casillas, demostró que el Sr. Pellegrini no vio nunca jugar a los intrépidos muchachos alcorconenses; ya supo con la necesaria antelación que los tendría en frente tan pronto empezara la Copa y debió presenciar su modo de actuar en alguna de sus intervenciones, como es notorio que hacen los buenos entrenadores, pero la desmesurada confianza se impuso.
La población entera de este minúsculo pueblo, si lo comparamos con su antagónico en estas lides, y su área de influencia, se trasladará, utilizando toda clase de medios de transporte, al campo señalado para la batalla final y el griterío será descomunal, pero no se deben confiar demasiado porque es sabido que ganar una batalla no significa, en modo alguno, que se tenga ganada la guerra, sobre todo cuando el enemigo es quien es

Bloggero Invitado: Avi.